La primera reflexión parte de un acto involuntario: lo que realmente nos llevamos al cuerpo con cada ingesta de alimentos. Selecciono una fruta como tentempié porque me encanta, realmente disfruto degustando la pieza de manzana, la mandarina, el plátano o ya unas maravillosas fresas; pero detrás de este deleite está esa porción de azúcar que también me pide el cuerpo, o esa cantidad de vitamina de la que me estoy surtiendo, o esa necesaria fibra de la que también me estoy aprovisionando.
Luego conocer los grupos de alimentos, los nutrientes presentes en cada uno, el papel que desempeñan, etc, ha sido el principal aprendizaje de esta parte del curso. Y por extensión, ser partícipe de su presencia en mi alimentación, ha sido el siguiente, y no menos importante aprendizaje.
Por último, trasladar todo ese saber a pequeños gestos, como el transformar una receta para mejorar el aporte nutricional de la dieta, ha sido la última enseñanza deducida de este apartado.
Por otro lado, en el aula he podido hacer partícipes a los alumnos de algunas de estas reflexiones, ya que cada uno ha tenido que indagar en sus propios hábitos para analizar cómo de saludable suele ser su desayuno o qué presencia tienen los distintos grupos de alimentos.
Y el balance final no puede ser más positivo.
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